De un tiempo para acá,
del cielo llueven pequeños pedazos de mosaico. Cada pieza es un fragmento de
una historia desprendida que no encuentra su lugar. El suelo ha comenzado a
endurecerse, las flores a derribarse. Y
la música del viento es un crujir de pasos que pisan los mosaicos desatando los
lamentos. La belleza está perdida. Sólo los soñadores pueden reconstruir el
horizonte y volver a inventar un amanecer, lejano a la lluvia. Ellos curan las
heridas del desprendimiento y tejen un nuevo manto para cubrir los huecos en el cielo.
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