Entradas populares

domingo, septiembre 30, 2018

Mi propio tratado del amor

Quizá me he conformado con tan poco. 
Buscar. 
Creer. 
Asumir. 
Adaptar. 
Te busqué durante mucho tiempo. 
Descubriendo rostros en nuevas citas. 
Adivinando desde las primeras sonrisas y las frases si serías tú. 
Intentando desvanecer el espectro usando un método no probado de caricias, que al salir el sol me revelara si por fin te habría encontrado. 
La mayoría de las veces la imagen desaparecía. 
Las horas me llevaban a una escena incontablemente repetida. 
Cambiaba el lugar, cambiaba mi ropa, a veces mi color de pelo o mis zapatos de acuerdo a la estación.  
Pero era yo, siempre y sola.  
Después de decenas de intentos te encontré.  
Sin cita, sin espectro, sin niebla. 
El universo me acomodó una historia. 
Lo que los demás suelen llamar amor. 
Entonces creí. 
En el camino, la predestinación, las olas inmensas que lejos de arrollarte te envuelven en un lugar seguro.  
Creer es un verbo altamente practicado.
Sabiéndolo usar aleja del silencio, con el riesgo de caer en la evasión.  
Justo donde mi lugar seguro fue a parar. 
Entonces asumí. 
Los demás dicen que asumir significa madurez. 
Asumir que el universo podía desacomodar ciertas cosas que los románticos pensábamos eternas.
Que la luna de miel se vacía.
Que hay que llenarla de otras cosas. Mas reales.
Que hay que asumir un nuevo lugar en la lista, que nadie prometió, que yo creí. 
Entonces, siguiendo el manual del convencionalismo humano, me adapté. 
A las nuevas soledades en el fondo de mi mente. 
A la pasiva respuesta para evitar discutir. 
A dejar ir, evitando acumular las ansiedades que podrían inundar el lugar seguro y ahogarme por la inmensidad de las olas, que ahora solo me provocan miedo. 
Esto último nunca me salió.
Adaptarme es lo menos bien que suelo hacer.
Solíamos hablar.
La pasión había sido reemplazada.
Adaptarse era parte del manual.
Convertir las palabras en la poética de mi cotidianidad. 
Aún con juicios, frases hirientes, reproches dolidos.
Aún así extraño conversar.
Pedirlo es burdo, exigirlo es egoísta. 
Adaptarse es lo que mandan los demás.
Los que suelen llamar al amor adaptación.
No quiero conformarme con tan poco.
¿Podría el universo acomodar nuevamente nuestra historia? 
Mi propia poética de la cotidianidad.
Lo que para mí y no para los demás, es mi propio tratado del amor.



martes, septiembre 25, 2018

Lanzar una palabra

Lanzar una palabra. Suave, que acaricie la mínima hoja de ese árbol que mece el pensamiento, que respire el verde de la vida y regrese, que corra por los invisibles surcos de unos brazos o llueva y envuelva en un perfume, como de tierra mojada.

O lanzarla para morder el incómodo silencio, para meterse en el centro del pecho, para doler aún más esa opresión, que hiere lento a pasos de milímetro. Para no ver despertar la noche y herir, herir tanto como la voz del abandono lo grite.

jueves, septiembre 20, 2018

Entre decir, callar y desear

Te recordé como eras antes. En el arrebatado y suave estado del amor. Y quise decirte, sin caer en el lugar común de los reproches, que has cambiado. Que hasta yo misma cambié y me convertí en no se qué.  Al no saber cómo decirlo, callé.  Escondida y frente al silencio, tal vez un día encuentre las palabras y te diga. Que deseo que la brecha más común de los caminos, la reinventemos juntos,  bajo árboles que dan sombras de colores, con infinitas ramas para colgar las memorias. Con hojas que al pisar provoquen música, que al llegar a las nubes lluevan risas.  Y si no me entiendes, te volveré a recordar como eras antes. Volveré a callar y me alejaré muy lento, dejando de ser lo que fui para reinventarme sola. Entre mis propios árboles.

viernes, septiembre 14, 2018

Nosotros parecíamos felices

Nosotros parecíamos felices. Aunque de sobra se sabe que el concepto de ser feliz cada uno lo inventa a su manera. La palabra felicidad, si bien tiene una interpretación, se aleja mucho de un significado colectivo. Parecíamos felices, según el ojo de la vecina en la ventana.  O el perro que nos movía la cola al vernos.  A la salida del cine. Al ver la televisión.  Hasta yo pensé que éramos felices, por el simple hecho de sabernos juntos.  Sí, la vida es una interpretación. Mi lectura no era la de una vida perfecta pero había continuidad y cariño. Asumí una lectura similar en tu cabeza.  Y una mañana se fue la mitad de mi interpretación.  Te fuiste tú y yo me quedé sin sentir nada.  No sé qué significa sentir nada.  No sé si mi emoción está detenida en un periodo de espera, o si de plano ya llegó el futuro con un dedo imperativo que me dice, tú estás sola.  Me asaltan tres palabras que en silencio repito, como para ubicarme en el tiempo, entre lo que fue y lo que se le acercaba a lo real.  Nosotros parecíamos felices.

miércoles, septiembre 12, 2018

No de este mundo

No de este mundo.  Quizá de allá, de un lugar no común, que esté vivo en el ritmo luminoso de una estrella, como un latido. No hablo de caer, ni de perder la esperanza. Pretender lo que todos, aleja mi paz de ese ritmo luminoso, de ese preciso latido.

martes, septiembre 11, 2018

De otro cielo

Esperaré por el día en que el pájaro, el pino y la nube salgan de aquel viejo poema de Benedetti que leía siendo niña, para que completen este, mi otro cielo.