Ella, tan delgada y feliz, se hacía sus vestidos con pedazos de tela blanca, dibujando soles y cielos azules.
Él tan apagado, vestía de oficina con camisa gris y el color de sus zapatos se confundía con la calle.
En una esquina se encontraron y ella sonrió. Como le sonríe a todos.
Y él callado la evadió, como evade a todos.
Después de unos meses, ella comenzó a vestirse de noche, su vestido era negro y sin estrellas.
Y a él le regalaron una camisa amarilla que un lunes se atrevió a usar.
En otra esquina se encontraron y ella no sonrió. Como dejó de sonreír a todos.
Y él tan callado la miró.
A ella se le cayó su bolso en forma de luna
Y él le ayudó a recogerlo.
Le preguntó cómo estaba y ella no respondió.
Ella se perdió en la calle oscura y su vestido se confundió en la distancia.
Él entró en un bar.
A veces el universo no conspira.
Jamás volvieron a verse.