Hasta ahora habían sido inofensivas las luciernagas nocturnas, los semáforos en verde; el par de estrellas cercanas a la luna, las luces de bengala encendidas a destiempo. De no haber seguido los faros cautivantes de un auto en la madrugada, no estaría contando esta triste historia de hospital. Quién podría haberme advertido su poco afortunada falta de frenos.
1 comentario:
QUÉ PASA CON ESTA ABSTRACCIÓN COLEGA. SUS IDEAS SE FILTRAN EN POCAS PALABRAS. ME GUSTA, ME GUSTA...O ES UN RECURSO NECESARIO PARA EL BLOG ?
Publicar un comentario