O lanzarla para morder el incómodo silencio, para meterse en el centro del pecho, para doler aún más esa opresión, que hiere lento a pasos de milímetro. Para no ver despertar la noche y herir, herir tanto como la voz del abandono lo grite.
Blog de experiencias cotidianas. Te hablaré de libros, de cine, amor y desamor. Te hablaré de lo que hablamos todos.
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