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jueves, mayo 18, 2017

Cuando alguien se disfraza de Rey Midas

Sí, es como si afuera, con el disfraz de Rey Midas, uno fuera iluminando como el oro las mañanas nubladas o las tardes oscuras de los otros.  Como si la risa fluyera como el jabón en la piel mojada, suave, fácil, fresca. Como si todo al pasar agregara la alegría.  Pero cuando se ha dejado a los demás complacidos, sus manos se mueven en señal de hasta mañana, esperando por la luz del día siguiente. Uno baja por el portal y en la calle, la noche y el corazón en penumbras se encaran con el frío. La risa que fluía da paso al llanto silencioso, pesado, asfixiante. Como si todo al pasar agregara desamparo. Y los labios solo supieran pronunciar la palabra cuándo.

2 comentarios:

Conxita C. dijo...

Es que es mejor que eso se haga de corazón, no bajo un disfraz, porque lo es que es auténtico resiste el día y la noche, en cambio los que se ocultan tras máscaras y disfraces pueden traer lágrimas.
Un saludo

Graciela Garza dijo...

Un saludo y un abrazo Conxita! Gracias!