Nueve veces el amor.
La primera es el encuentro. Se convierte en la mejor escena de ese libro de tu vida, al releerse dispara dopamina. Recuerdo y deseo. Carne y esencia. La mezcla de todos los momentos imposibles. Por fin usas esa fuente que rescatas del cuarto de cacharros, con emoción colocas al lado izquierdo del pecho para que no deje de inundar tu corazón de tantas luces recién encendidas.
La segunda, una especie de llegada. Pisar la tierra. Sentir el frío y saber que los brazos tuyos y del otro necesitan las cuatro paredes de un castillo. Refugiar al amor. Alimentarlo. Como al niño pequeño que llega también sin esperarlo.
La tercera, el común compartido. El pan y las palabras. El desvelo deseado y la realidad del día. Sólo la noche adivina lo que se siente tener un cuerpo, que respira cerca de tu oído, al que le puedes decir todo lo que nunca a nadie mas nombraste.
La cuarta, el viaje del que no habías tomado conciencia. Buscaste un castillo, lo habitaste dispuesto a morir en él, y a la vez te subiste a un barco. Habrías perdido el sentido del tiempo y una ronda de palabras perniciosas te revuelve el sendero.
La quinta, la sombra que intuyes y el otro niega. Querer perseguir al amor a tu manera desde el lugar menos común, se ha convertido en tu abandono. Perseguir sin atrapar frustra tu deseo, dejas de mirar, por mirar y callar siempre en el otro.
La sexta, es una despedida que no se concluyó. Que volviste a intentar volviendo a perseguir a aquella sombra. Y aun así erróneamente lo hiciste por amor.
La séptima, lo que los inviernos esconden.
La octava lo que la distancia adula.
Es tan fácil que el menos fiel construya una novena vez en otro cuerpo, traicionando al amor que fue tu todo o que en realidad no lo fue.
Si hubiera una décima, la décima sería el corazón. El amor al corazón que de haber vivido la mejor escena de su vida, fue mutilado tantas veces con cuchillos y cuchillos que afilaron la mentira.
La ruptura y la entereza ya no es parte, forma otro comienzo, lejos de la escena, fuera del castillo, sin brazos que te sostengan, ni respiros, ni palabras en tu oído. Luego de nueve veces. Al final, fueron todo, excepto amor.
Blog de experiencias cotidianas. Te hablaré de libros, de cine, amor y desamor. Te hablaré de lo que hablamos todos.
Entradas populares
-
Bruma, deja de ser nostalgia. Recoge tu cortina y vete al desierto. Adquiere una causa, construye una nube perdurable y estática donde sí se...
-
¿Has mirado a la luna que desde ayer está llena y hoy empezó a decrecer?
-
Escribir en el verano sobre la luz intensa que vuelve desde el olvido. Los que se van inmersos en la efervescencia confundida en libertad. L...
-
ahora en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada Alejandra Pizarnik (Poemas de "Arbol de Diana")
-
Volver a los viejos inventarios, de voces vetadas y vientos sublimes, que mueven mis alas invisibles y rotas. Pasos de vals en el reloj. Sig...
-
Cinco minutos. Algo empieza a desprenderse. Suave como un humo vestido de piel. Se eleva por las paredes, transgrede las voces, logra una sa...
-
A veces, desesperado, con el cabello sin luz, de toda la noche que anduviste por la vía, sin encontrar un pasaje donde sentarte a beber un ...
-
De un tiempo para acá, del cielo llueven pequeños pedazos de mosaico. Cada pieza es un fragmento de una historia desprendida que no encuent...
-
Este amor es flor de carretera Que mira al ocaso acontecido Va en línea paralela hacia el olvido Uniendo a las hormigas en hilera Es la marc...
-
Inmensidad. Como se sintió una hormiga ante el pie de un elefante. Como me sentí bajo la noche que me comió la niebla y fui invisible. Co...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario