Mi kitsh, mi desorden,
mi caos. Mi quebrada voluntad esparcida.
Horas que aparentan rutinas, ausencias que las desmienten. La incertidumbre
tiene una imagen en esta tarde nublada. Soy el cuerpo de la soledad ante las
hojas caídas, soy el reflejo perdido en el eterno retorno. Me visto de equilibrista y sonrío ante la cuerda,
cubro de ironía la caída, pero todo es un disfraz. Una situación temporal. Una
apariencia feliz, mientras el ciclo termina y la vuelta comienza de nuevo.
Entonces regreso a mi cuarto de objetos esparcidos, a la rutina de inventar el
orden, a la tarde oscura y sola. El cielo desprende la lluvia en la ventana. Unas
gotas de belleza entre tanto desconcierto, la dosis para volver a enfrentar el
silencio.
5 comentarios:
Muy buena prosa, Graciela, me ha gustado mucho. Sobre todo el referente a la lluvia. Me encanta el ruido de los aguaceros, sobre todo los tropicales.
Abrazo.
Me parece precioso lo que aquí nos cuentas, Graciela. De verdad que me enociono. Con esa sencillez y esa humildad de quien se sabe poeta de alma y sin ínfulas estúpidas.
Un placer pasar por tu rincón y leerte. Y te lo digo en serio. Mi enhorabuena.
Te diré más, he vuelto a leerlo varias veces y me has emocionado desde dentro.
No dejes de escribir y sigue haciéndolo así de bien.
Te diré más, he vuelto a leerlo varias veces y me has emocionado desde dentro.
No dejes de escribir y sigue haciéndolo así de bien.
Esta prosa la escribí desde el alma. Les agradezco tanto que me lean y que me digan que he tocado alguna emoción! Sus comentarios son alimento. Gracias!
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