Voy a mirarte, ojalá mis ojos fueran un señuelo, para que no
te fueras, para que mi respiración descansara en tu piel como si fuera un
desierto de deseos, donde no dijeras quiero irme, quiero saber cómo es la luna
más allá del horizonte, quiero estar seguro que no se esconde otro color en el
ocaso. Pero todo tú eres latido, eres vuelco de una vida que no cesa, para ti
no existen los letargos, ni las dudas que te hicieran conformarte. Ni siquiera la lluvia borrará tus propias
huellas, vas dejando tanta vida y enganchando de ti tanta pasión, que es muy difícil
descocerse el corazón de tu camisa.
Ojalá mis ojos fueran un señuelo, para que por fin no abrieras esa
puerta y abrazada a ti fuera fundida a esa esencia que llevas en la sangre. Pero
no soy luz, ni mirada, ni deseo. Soy un lapso
que justo hoy termina. Cuando des la espalda y me desprendas.
Blog de experiencias cotidianas. Te hablaré de libros, de cine, amor y desamor. Te hablaré de lo que hablamos todos.
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