Fue el amanecer decisivo. No había café. Los papeles estaban en el orden indicado. En el patio ya no estaban las baldosas, mis pies volvieron a sentir la tierra húmeda. Los muros blancos, las flores rosas, como si un paso invisible hubiera removido ese color absurdo y angustiante de los secretos de mayo. El cielo estaba intacto. Había vuelto a mi usual inventario.
Blog de experiencias cotidianas. Te hablaré de libros, de cine, amor y desamor. Te hablaré de lo que hablamos todos.
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